Ahora la niñez es de avión por el cielo.
La mía fue de nube. No cambio mi recuerdo.
Aquel rancho, aquel árbol, aquel trigal inmenso,
aquella trilladora que atravesaba el pueblo.
Ahora la niñez es de coche en el viento.
La mía fue de pájaro sobre caballo suelto.
Aquel carro, aquel árbol, aquel poste de hornero
con música en el alma... No cambio mi recuerdo.
Ahora la niñez es de fulgor eléctrico.
La mía fue de lámpara y de luna naciendo.
Aquel poste, aquel árbol aquel arroyo lento
con ángel en la orilla... No cambio mi recuerdo.
Todo está en el ayer como si fuera un cuento.
"La trilladora" llámase, y no tiene regreso.
Dormía nueve meses y despertaba al décimo.
Iba de parva en parva desde noviembre a enero.
Hundiendo alcantarillas y soplando del suelo
- vidrio pulverizado- bandadas de jilgueros.
¡Qué dulce era su canto de sirena, a lo lejos!
Enamoraba al hombre e invitaba al ensueño.
Se perdió en la llanura con su motor de fuego,
su vagón, su casilla, su carrito aguatero.
Un niño la seguía con paloma, y no ha vuelto.
Era callado, triste... No cambio mi recuerdo.