martes, 5 de agosto de 2014

Temperley



La extraña sensualidad de las palabras,
la oscuridad,
el frío.

El reencuentro
de un amor desprevenido
y las plazas, mis estadios. 

Habrá placeres aun mas carnales
los que inclines suaves sobre tus domingos
o sin querer habrá casi subastas
de los versos que por vos he escrito.

El triste tiempo se fue sombrío
como cuando te abracé sobre tu extravío,
como cuando me enoje y me fui esa tarde
como mis ojos, que vuelven a ser míos.



Capitulo 14 (Casi el final)

              Capitulo 14 (Casi el final)

               Tal vez sea monótono hablar siempre de lo mismo, pero fue una situación monótona que me dejó marcado a fuego un sentimiento, y hace que el día de hoy pueda contar algo, no se si entretenido o aburrido, pero puedo contar algo. Tal vez solo el dolor sea el sentimiento elegido para provocar un devenir, hay pocas personas que comparten sus momentos mas alegres.
               Ir siempre hacia el mismo punto de la ciudad, con el pensamiento de que lo que hacia era algo errático, un proceso de purificación y autodestrucción simultaneo. Disfrutar el viaje, pensando de repente en el paisaje de las tardes saliendo del pueblo, yendo a la ciudad, pensar que vos viajabas aun en el tren, (yo contaba con un poco mas de suerte porque solo me dejaba el bondi a dos cuadras de nuestro clásico punto de encuentro). Casi siempre el vernos era como desatar los deseos compartidos entre ambos, deseos de amarnos, besarnos, abrazarnos, tocarnos, odiarnos... matarnos... Caminar unas cuadras planeando el resultado que ella y yo conocíamos muy bien, como si de entrada supiéramos que el vino blanco, en especial Trapiche Chandonnay, que habíamos comprado, se iba a terminar. En su mochila siempre se encontraba la botella, y en mi bolsillo, el precio de pasar una noche con quien amaba. Casi siempre los viajes eran algo silenciosos,  siempre y cuando no salíamos del cine de ver alguna película malisima... (ahora que recuerdo nunca vimos una buena película juntos) donde en ese caso la charla tal vez se hacía mas amena. No me gusta pensar que lo que nos impulsaba a compartir así las noches era el sexo, por eso algunos viajes, estaban envueltos de peleas o frases que quedaron como traumas en nuestra relación, o algunas veces, otras de mis historias que interrumpían nuestra historia por el celular.
                Casi siempre llegando al fin del viaje, me daba miedo, pero un miedo casi inexplicable, como la suma de varios temores, en donde predominaba el miedo a no poder compartir la noche con ella, que pase algo en el camino que impida que tengamos nuestro espacio en la semana, donde poder dormir juntos, donde poder sentirnos otra vez, me daba pavor. Convengamos que el barrio de Flores no tiene los mismos colores de ayer, y que por las noches, el frío cala los huesos si estas solo. Eran momentos de un éxtasis dulce, de claridad en nuestra sangre, de tibies y suavidad en nuestra piel, de tranquilidad, donde despertar en la noche a tomar algo de vino, era como encontrar un freno al desierto placentero del amor. Tal vez yo la quería mía, y hoy la entiendo. Tal vez yo me quería quieto y no sufriendo. Tal vez, no estaba preparado para sentir tanto.
               Las mañanas casi siempre se hacían clandestinas, de charlas secas como la botella vacía. de planes que lo único que demostraban era que la noche había pasado, que nuestro momento había caducado. De papeles de chocolates vacios, de latas de paso de los toros por la mitad, de dolor de garganta, y yo te decía adiós de nuevo, o te despeinava para comenzar otra vez. O simplemente continuaba la eterna pelea entre yo y Lucas, que internamente me devastaba y mas aun con su eterna ayuda a destruir a la versión mas cuerda de esos dos oponentes.

               Hoy desperté por el oeste, y camine bajo el sol unas cuadras.
               Hoy pensé otra vez en esa historia que era nuestra.
              Hoy la transformé en letras, para llamar algo así. Algo que me deje algo para contar... para decir, 

"Nosotros eramos como una película"